miércoles, 14 de octubre de 2015

"El momento", de Marie Howe

Ah, ese momento así-repentino
en que, no pasa
nada
y no hay listas de cosas-por-hacer

tal vez por medio instante
la prisa del tránsito se detiene.
El zumbido del Debo ser, Debo ser, Debo ser
se desacelera hasta callar,
y ya ni se mueven las blancas cortinas de algodón.


(Marie Howe)

jueves, 8 de octubre de 2015

"El viajero le dijo al viajero: no volveremos como...", de Mahmud Darwix

No conozco el desierto,
pero en sus márgenes broté como palabra...
La palabra fue, y en mí se cumplió, 
como en una mujer repudiada o en su roto marido,
y no aprendí sino el ritmo:
lo escucho,
lo sigo,
lo levanto triunfante
de camino hacia el cielo,
el cielo de mi canción;
soy hijo de la llanura siria,
en ella vivo aunque viaje y me acomode
entre gente de mar;
por Oriente el espejismo me ata
a los antiguos beduinos,
por mí abrevan los más bellos corceles,
le tomo el pulso al alfabeto en el eco,
y como una ventana, miro a dos latitudes...
olvido quién soy para ser
todos en uno, coetáneo
de los cantos de los marineros bajo mi ventana
y de la carta de los combatientes a los suyos:
no volveremos como nos fuimos,
no... por nada en el mundo.
No conozco el desierto,
aunque he frecuentado su mundo,
fue en el desierto donde me dijo el arcano:
¡Escribe!
Y yo le dije: En el espejismo hay otro texto.
-Escribe para que verdee el espejismo.
-Sí, pero me falta lo invisible,
no he podido reducirlo a palabras.
Me dijo: escribe para llegar a decirlas
y saber dónde has estado, dónde estás,
cómo has llegado y quién serás mañana:
pon tu nombre en mi mano y escribe
para que sepas quién soy, y luego parte como una nube
por el horizonte...
Y escribí: quien escriba su historia heredará
la tierra del verbo, suyo será el significado total.

No conozco el desierto,
pero me despedí de él: adiós
cabila del Oriente de mi canción; adiós
plural estirpe de la espada; adiós
mu'allaqa que albergó nuestros planetas; adiós
hijo de mi madre a la sombra de una palmera, adiós
pueblos que dan memoria a mi memoria, adiós
a mis adioses entre dos poemas:
el poema escrito
y aquel en que de amor muere su poeta.
¿Soy el que soy?
¿Estoy allí... o estoy aquí?
En cada "tú" hay un yo,
yo soy el tú interpelado, no cabe exilio
si yo te soy. No cabe el exilio
si tú me eres. No cabe el exilio
si el mar y el desierto son
la canción del viajero al viajero:
no volveré como me fui,
no... por nada en el mundo.


(Mahmud Darwix)

miércoles, 7 de octubre de 2015

"Y yo sigo haciendo arte", de Katja Perat

Se dice que, en silencio, las personas
se esfuerzan por morir, porque todo lo orgánico
lucha por convertirse en inorgánico
y todo movimiento avanza y lucha
para dejar de serlo.
Las cosas se derrumban porque quieren
que se las deje en paz.
Los tristes se rinden;
un pueblo medieval se rinde
tras un asedio interminable, a duras penas,
bajo sus propias condiciones.
No pueden soportar la carga;
la culpa y la tristeza se comparten
entre todos los presentes.
El rechazo no ayuda,
ser insensible es útil,
aunque aseguren los psicoanalistas
que renunciar al deseo es una muerte anticipada.
Me resulta difícil plantarme ante el espejo. Me obliga
a enfrentarme a mi cara y a odiarla sin piedad.
Eso me aleja de las niñas de papá,
que pueden permitirse la maldad y la ira
sin nada que perder, pues se las ama y asegura por adelantado.
Existe gente honrada, gente que sabe gestionar la transparencia
sin recordarse a sí misma todo el tiempo
que jamás algo falso ha sido hermoso.
Gente que nunca esquiva su tristeza y que, al afrontar
sus errores, dice, con cierta calma:
"Soy consciente de que me has abandonado. Estás
fuera de mi alcance. Insistir
carece de sentido; nadie ama cuando está
obligado a hacerlo".
Esa gente ha aprendido cosas 
que yo no soy capaz de aprender. Estamos separados
por la debilidad, que se disfraza de sentido del honor 
y convierte en teoría todo lo que toca.
Cuando se vuelve insoportable de verdad,
sólo puedo, con delicadeza exagerada, 
esperar una lluvia que equipare el tiempo con mi humor.
Existe cierto encanto en emplear el arte
para liberarse. Encanto en lo que dices
cuando estás libre de las restricciones de un único punto de vista,
encanto que previene el habla y que evidencia la incapacidad,
encanto que no eludes nunca,
pues estás tan débil como para sobrevivir
al nivel de exposición que exige el ser humano.
El encanto y el afecto requieren esfuerzo,
y es verdad que, para mí, nada es sencillo.
"Es irrelevante",
dijo alguien que conozco.
"Tus poemas son irrelevantes;
el arte necesita otras cosas".
El arte no necesita nada,
me gustaría añadirlo.


(Katja Perat)

martes, 22 de septiembre de 2015

"35 bujías", de Pedro Salinas

Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa,
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan
—cien mil lanzas— los rayos
—cien mil rayos— del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
—guiñadoras espías— las estrellas,
la soltaré. (Apretar un botón.)
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
—afuera—
descifraremos formas leves, signos,
perseguidos en mares de blancura
por mí, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica.


(Pedro Salinas)

domingo, 20 de septiembre de 2015

"Huida", de Ernestina de Champourcin

Inercia de la muerte. ¡Qué distancia
me aleja ya, segura, de lo humano!
Aquella rosa que murió en mi mano
será pronto recuerdo de fragancia.

Silencio de silencios. En mi estancia
diluye su perfil lo cotidiano
y retorna sin hieles a su arcano
esa amargura que la vida escancia.

Nada será del todo lo que ha sido.
Voy a ofrecer al sello del olvido
mis párpados febriles y mis labios

que inmoviliza el rictus de lo eterno.
¡Quiero escapar indemne del infierno
que arde en la trama de tus besos sabios!


(Ernestin de Champourcin)

"Elegía a Ramón Sijé", de Miguel Hernández

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


(Miguel Hernández)

jueves, 17 de septiembre de 2015

"Autorretrato", de Adam Zagajewski

Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir
se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio siglo.
Vivo en ciudades ajenas y a veces converso
con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos.
El cuarto no tiene nombre.
Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos
tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender
a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo
captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos.
Me gusta dar largos paseos por las calles de París
y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,
la ira o el deseo; observar la moneda de plata
que pasa de mano en mano y lentamente pierde
su forma redonda (se borra el perfil del emperador).
A mi lado crecen árboles que no expresan nada,
salvo su verde perfección indiferente.
Aves negras caminan por los campos
siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.
Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.
Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,
y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos y casas
se difuminan como nubes con el buen tiempo.
A veces me dicen algo los cuadros en los museos
y la ironía se esfuma de repente.
Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.
Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.
Cada dos semanas me reúno con mis amigos,
de esta forma seguimos siendo fieles.
Mi país se liberó de un mal. Quisiera
que le siguiera aún otra liberación.
¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.
No soy hijo de la mar,
como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,
sino del aire, la menta y el violonchelo,
y no todos los caminos del alto mundo
se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,
a mí me pertenece.


(Adam Zagajewski)

miércoles, 16 de septiembre de 2015

"Amor a primera vista", de Wislawa Szymborska

Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,

una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,

que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.


(Wislawa Szymborska)

martes, 15 de septiembre de 2015

lunes, 14 de septiembre de 2015

"Tres misterios gozosos", de Luis Cernuda

El cantar de los pájaros, al alba,
cuando el tiempo es más tibio,
alegres de vivir, ya se desliza
entre el sueño, y de gozo
contagia a quien despierta al nuevo día.

Alegre sonriendo a su juguete
pobre y roto, en la puerta
de la casa juega solo el niñito
consigo, y en dichosa
ignorancia, goza de hallarse vivo.

El poeta, sobre el papel soñando
su poema inconcluso,
hermoso le parece, goza y piensa
con razón y locura
que nada importa: existe su poema.



(Luis Cernuda)

sábado, 12 de septiembre de 2015

"Historia de la noche", de Jorge Luis Borges

A lo largo de sus generaciones
los hombres erigieron la noche.
En el principio era ceguera y sueño
y espinas que laceran el pie desnudo
y temor de los lobos.
Nunca sabremos quién forjó la palabra
para el intervalo de sombra
que divide los dos crepúsculos;
nunca sabremos en qué siglo fue cifra
del espacio de estrellas.
Otros engendraron el mito.
La hicieron madre de las Parcas tranquilas
que tejen el destino
y le sacrificaban ovejas negras
y el gallo que presagia su fin.
Doce casas le dieron los caldeos;
infinitos mundos, el Pórtico.
Hexámetros latinos la modelaron
y el terror de Pascal.
Luis de León vio en ella la patria
de su alma estremecida.
Ahora la sentimos inagotable
como un antiguo vino
y nadie puede contemplarla sin vértigo
y el tiempo la ha cargado de eternidad.

Y pensar que no existiría
sin esos tenues instrumentos, los ojos.


(Jorge Luis Borges)

jueves, 10 de septiembre de 2015

"La vida responsable", de Amalia Bautista

Conducir sin tener un accidente,
comprar desodorante y macarrones
y cortarles las uñas a mis hijas.
Madrugar otra vez, tener cuidado
de no decir inconveniencias, luego
esmerarme en la prosa de unos folios
que me importan exactamente un bledo
y darme colorete en las mejillas.
Recordar la consulta del pediatra,
contestar al correo, tender ropa,
declarar los ingresos, leer libros
y hacer unas llamadas por teléfono.
Me gustaría permitirme el lujo
de tener todo el tiempo que quisiera
para hacer un montón de cosas raras,
cosas innecesarias, prescindibles
y, sobre todo, inútiles y bobas.
Por ejemplo, quererte con locura.


(Amalia Bautista)

miércoles, 9 de septiembre de 2015

"A una dama muy joven, separada", de Jaime Gil de Biedma

En un año que has estado
casada, pechos hermosos,
amargas encontraste
las flores del matrimonio.

Y una buena mañana
la dulce libertad
elegiste impaciente,
como un escolar.

Hoy vestida de corsario
en los bares se te ve
con seis amantes por banda
-Isabel, niña Isabel-,

sobre un taburete erguida,
radiante, despeinada
por un viento sólo tuyo,
presidiendo la farra.

De quién, al fin de una noche,
no te habrás enamorado
por quererte enamorar!
Y todo me lo han contado.

¿No has aprendido, inocente,
que en tercera persona
los bellos sentimientos
son historias peligrosas?

Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.

Porque estamos en España.
Porque son uno y lo mismo
los memos de tus amantes,
el bestia de tu marido.


(Jaime Gil de Biedma)

martes, 8 de septiembre de 2015

"Esposa", de Miguel d´Ors

Con tu mirada tibia
alguien que no eres tú me está mirando: siento
confundido en el tuyo otro amor indecible.
Alguien me quiere en tus te quiero, alguien
acaricia mi vida con tus manos y pone
en cada beso tuyo su latido.
Alguien que está fuera del tiempo, siempre
detrás del invisible umbral del aire.


(Miguel d´Ors)

"Fantasmas", de Maurice Riordan

Llamo mi casa a este lugar donde soy huésped,
donde la cama se alumbra con el Sagrado Corazón,
en la que aún hoy despierto bañado en sudor,
donde oí a un fantasma mas no pude verle.
Aquí a mis hijos los despiertan las cornejas
que en la chimenea revolotean en la madrugada.
Me levanto sedado y debo imponer calma,
seguridad. Los visto rápido. A las quejas
siguen preguntas y respuestas. ¿Tú crees
en el infierno, papi? ¿Era José el padre de Jesús?
Y mi hijo: ¿Murió el abuelo abajo de esa cruz?
Sí, justo ahí en la cama en que dormí; esta vez
voltea y yo también, como si un suspiro
surgiera de la ropa aún tibia en que he dormido.


(Maurice Riordan)

"Vamos a hacer limpieza general", de Amalia Bautista

Vamos a hacer limpieza general
y vamos a tirar todas las cosas
que no nos sirven para nada, esas
cosas que ya no utilizamos, esas
otras que no hacen más que coger polvo,
las que evitamos encontrarnos porque
nos traen los recuerdos más amargos,
las que nos hacen daño, ocupan sitio
o no quisimos nunca tener cerca.
Vamos a hacer limpieza general
o, mejor todavía, una mudanza
que nos permita abandonar las cosas
sin tocarlas siquiera, sin mancharnos,
dejándolas donde han estado siempre;
vamos a irnos nosotros, vida mía,
para empezar a acumular de nuevo.
O vamos a prenderle fuego a todo
y a quedarnos en paz, con esa imagen
de las brasas del mundo ante los ojos
y con el corazón deshabitado.


(Amalia Bautista)

domingo, 6 de septiembre de 2015

"Cálculo de probabilidades", de Mario Benedetti

Cada vez que un dueño de la tierra proclama
para quitarme este patrimonio
tendrán que pasar
sobre mi cadáver
debería tener en cuenta
que a veces
pasan.



(Mario Benedetti)

sábado, 5 de septiembre de 2015

"Viajes", de Rocío Arana

Mi corazón doméstico y descalzo,
de andar por casa, de mirar el fuego

con su magia primera, de paisajes
interiores, ventanas y ventanas,
mi corazón que duerme por el día,
que siente la llamada de las tres
tiendas, que no se quiere levantar
y vuelve al escenario cada noche,

mirándote mirar se quedaría
toda la vida, si dijeras dónde.


(Rocío Arana)

"A dieta", de Amalia Bautista

Me acosté sin cenar, y aquella noche
soñé que te comía el corazón.
Supongo que sería por el hambre.
Mientras yo devoraba aquella fruta,
que era dulce y amarga al mismo tiempo,
tú me besabas con los labios fríos,
más fríos y más pálidos que nunca.
Supongo que sería por la muerte.



(Amalia Bautista)

miércoles, 2 de septiembre de 2015

"Cambios de nombre", de Nicanor Parra

A los amantes de las bellas letras
Hago llegar mis mejores deseos
Voy a cambiar de nombre a algunas cosas.

Mi posición es ésta:
El poeta no cumple su palabra
Si no cambia los nombres de las cosas.

¿Con qué razón el sol
Ha de seguir llamándose sol?
¡Pido que se llame Micifuz
El de las botas de cuarenta leguas!

¿Mis zapatos parecen ataúdes?
Sepan que desde hoy en adelante
Los zapatos se llaman ataúdes.
Comuníquese, anótese y publíquese
Que los zapatos han cambiado de nombre:
Desde ahora se llaman ataúdes.

Bueno, la noche es larga
Todo poeta que se estime a sí mismo
Debe tener su propio diccionario
Y antes que se me olvide
Al propio dios hay que cambiarle nombre
Que cada cual lo llame como quiera:
Ese es un problema personal.


(Nicanor Parra)

"Y eres traidora", de Luis Carlos López

Nadie ni remotamente se imagina
tu matinal rubor, ese rubor
disuelto en pinceladas de anilina,
producto de farmacia y tocador.

Deleitas el olfato con tu fina fragancia,
noble y arrogante flor de papiro.
Sutil treta supina
de gitano prestidigitador.

Pesar que asoma en ti,
pesar que vuela lejos,
con la jocunda francachela
de tu risa de hueco cascabel.

Y aunque finges reír
con el que llora penas del corazón,
eres traidora
como la cerradura de un hotel.



(Luis Carlos López)

"Objetos perdidos", de Julio Cortázar

Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me aceleran con sus cantos
Una cifra vigilante y sigilosa
va por los arrabales llamándome y llamándome
pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta
donde están tu nombre, tu calle y tu desvelo
si la cifra se mezcla con las letras del sueño,
si solamente estás donde ya no te busco.



(Julio Cortázar)

"Descripción del enemigo", de María Mercedes Carranza

                              I
Es el aire que entra por tu boca el enemigo,
el sueño que sueñas sola,
las palabras que dices y las que no dices,
las miradas que salen de tus ojos,
tus pensamientos quién sabe en qué,
las manos que usas para tocar
así sea con la sabiduría del deseo,
los pies que te conducen sin rumbo hacia el desastre,
son el enemigo en vela, el insomne impávido
que te aborda por todos los poros
y como un tumulto de hormigas rojas
te inunda con la sangre de tus venas
y te deja, ya para nada, seguir la vida.


                              II
O lo mismo: colocarte de estatua en un parque
para que escriban vulgaridades
en tu piel oscura o pasen de largo,
ponerte al filo del abismo por si acaso,
soñar con el desastre más cercano
y empujar el sueño a la vigilia,
buscar la trampa para caer en ella
hasta perder la luz y el corazón,
construirte con primor por la mañana
y naufragar por la tarde en la taza de té,
colocarte ante el espejo para mirar tu obra
y seguir la vida, ya para nada.


(María Mercedes Carranza)

martes, 1 de septiembre de 2015

"Tres palabras...", de Ernestina de Champourcin

Tres palabras —tres clavos
sujetándose el cuerpo;
tres alas en mi alma
sosteniéndome el vuelo.
El día se hizo luz
cuando rompí el silencio.

Después... Tú ya lo sabes.
Resucité hacia dentro.
Fui distinta y la misma.
Me despojé en secreto
y me quedé sin mí
por llenarme de cieno.

Tres palabras; tres clavos
para aquietar mi cuerpo
y despertar mi alma.

Tres flechas en lo eterno.
Tres dones de Tu Amor...
Tres rosas en mi cieno...



(Ernestina de Champourcin)

lunes, 31 de agosto de 2015

"Doyers street", de José María Fonollosa

No vendrá. De verdad. No vendrá nunca.

Mi cuarto es muy modesto para el éxito.
Ni hallaría la casa tan siquiera.

Mi cuarto es muy austero para amigos.
Nadie viene a reunirse entre estos muros.

Mi cuarto es también frío y muy pequeño.
¿Cómo cobijar, pues, un gran amor?

No es lógico esperar. No vendrá nunca
un éxito, un amigo, un gran amor.

Debiera de una vez cerrar la puerta.



(José María Fonollosa)

viernes, 28 de agosto de 2015

"Vino, primero, pura...", de Juan Ramón Jiménez

Vino, primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de hiel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!



(Juan Ramón Jiménez)

"Contra Jaime Gil de Biedma", de Jaime Gil de Biedma

De qué sirve, quisiera saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación –y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!


(Jaime Gil de Biedma)

"Hammurabi", de Luis Alberto de Cuenca

Las chicas como tú se ríen en las barbas
del mismísimo Hammurabi.

«Ojo por ojo
y diente por diente»
(lo hizo escribir en Babilonia,
hace cuatro mil años).

Las chicas como tú responden
al amor con desdén
y al desdén con amor.
Por fastidiar a Hammurabi.


(Luis Alberto de Cuenca)

jueves, 27 de agosto de 2015

"Escritura", de Eugenio Montejo

Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.

No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.

Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.

Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.


(Eugenio Montejo)

miércoles, 26 de agosto de 2015

"Sukeina", de Taufik Salama

Si en cada paso y paso
Ahogo mis garras,
En tu cálido horizonte.
Si en cada gota de sudor y el silencio
Oigo tu jeroglífico,
Y sigo la faraónica belleza.
Si en cada oscura noche,
Deslizo mis manos
Por tu llano vientre.
Ay, si esta musical anatomía,
Tuviera batutas,
Guardara partituras,
Olvidaré en bandadas mis penas,
Y aguanto el graznido de las vergüenzas
Para sencillamente,
Sumergirme en tu aliento.


(Taufik Salama)

"Lluvia", de Zbigniew Herbert

Cuando mi hermano mayor
volvió de la guerra
portaba en su frente una estrellita de plata
y bajo la estrellita
un abismo

un fragmento de granada
lo alcanzó en Verdún
0 quizá en Grunwald
(no recordaba los detalles)

hablaba sin cesar
en muchas lenguas
pero la que más le gustaba
era la lengua de la historia

hasta perder el aliento
alzaba del suelo a sus camaradas caídos
Roland Feliksiak Aníbal

gritaba
que era la última cruzada
que pronto Cartago caería
y después entre sollozos reconocía
que él a Napoleón no le caía bien

mirábamos
cómo palidecía
los sentidos le abandonaban
lentamente se iba convirtiendo en un monumento

en el pabellón musical de sus oídos
apareció un bosque de piedra

y la piel de su cara
quedó abrochada
a los dos ciegos y secos
botones de sus ojos

le quedó sólo
el tacto

y qué historias
contaba con sus manos
en la derecha tenía novelas
en la izquierda memorias de un soldado

se llevaron a mi hermano
y lo trasladaron fuera de la ciudad

ahora vuelve cada otoño
delgado y callado
no quiere entrar en casa
golpea en el cristal para que salga

paseamos por las calles
y él me cuenta
historias fabulosas
tocando mi rostro
con los ciegos dedos del llanto



(Zbigniew Herbert)

jueves, 20 de agosto de 2015

"No creo en la vía pacífica", de Nicanor Parra

NO CREO EN LA VÍA PACÍFICA

no creo en la vía violenta
me gustaría creer
en algo —pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
no creo ni en la Vía Láctea.



(Nicanor Parra)

miércoles, 19 de agosto de 2015

"Imposible llamarla..." de Pedro Salinas

Imposible llamarla.
Yo no dormía. Ella
creyó que yo dormía.
Y la deje hacer todo:
ir quitándome
poco a poco la luz
sobre los ojos.
Dominarse los pasos,
el respirar, cambiada
en querencia de sombra
que no estorbara nunca
con el bulto o el ruido.
Y marcharse despacio,
despacio, con el alma
para dejar detrás
de la puerta, al salir,
un ser que descansara.
Para no despertarme
a mí, que no dormía.
Y no pude llamarla,
sentir que me quería,
quererme, entonces, era
irse con los demás
hablar fuerte, reír,
pero lejos, segura
de que yo no la oiría.
Liberada ya, alegre,
cogiendo mariposas
de espuma, sombras verdes
de olivos, toda llena
del gozo de saberme
en los brazos aquellos
a quienes me entrego
-sin celos, para siempre,
de su ausencia- del sueño
mío, que no dormía.
Imposible llamarla.
Su gran obra de amor
era dejarme solo.


(Pedro Salinas)

"Amén", de Álvaro Mutis

Que te acoja la muerte
con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.


(Álvaro Mutis)

lunes, 17 de agosto de 2015

"Bad boy", de Traian T. Cosovei

Yo soy el niño malo que, por fin, se hizo con las cerillas de la casa.
Soy el de la nariz metida en la bolsa de somníferos de la familia,
el que alimenta con viejos periódicos las aves de la ciudad;
soy el que se deja los grifos abiertos, las luces encendidas,
los cajones arrancados.

He sido un niño malo. Con periódicos viejos envolví el bocadillo de mamá,

con periódicos viejos alumbré mi vida para ver mi futuro hasta el final;
de periódicos viejos me hice una casa, una amada, un sueño.

Aunque soy el niño malo que hace el tranvía y su raíl temblar,
y el hierro fundido petrificarse en las estatuas al frío.
Yo soy el niño que descubrió el alcohol y el olvido,
la soledad y la llave del gas.
Yo soy el niño malo que escribe en los muros "camina o revienta"
y que derrocha el dinero del día de mañana y al que la obligan a ganarse la vida hasta el final.
Soy el que saborea el desastre, macula el papel...

Pero cuando los de la casa duermen y sueñan

yo hago a la muerte tartamudear.


(Traian T. Cosovei)

"Fantasía de pasado mañana", de Erich Kästner

Y cuando empezó la siguiente guerra,
las mujeres dijeron: ¡No!
y encerraron a su hermano, hijo y marido
en casa bajo llave.

Luego se fueron, en cada país,
probablemente ante la casa del capitán
y tenían palos en las manos
y sacaron a los tipos.

A cada uno le pegaron una azotaina
de lo que mandaron hacer esta guerra:
a los señores del banco y de la industria,
al ministro y al general.

Alguno palos se rompieron.
Y algunos fanfarrones se callaron.
En todos los países se puso el grito en el cielo,
y en ninguno hubo guerra.

Las mujeres volvieron entonces a casa otra vez,
con el hermano, el hijo, el marido,
¡y les dijeron que la guerra había acabado!
Los hombres miraron por la ventana
y no miraron a las mujeres...


(Erich Kästner)

sábado, 13 de junio de 2015

"Perdóname por ir así buscándote...", de Pedro Salinas

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan só1o a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eras.


(Pedro Salinas)

lunes, 8 de junio de 2015

"La belleza es sagrario", de Jaime García-Máiquez

Bajo una encina enorme en lo alto de Abantos,
rogué por ver el rostro de Dios, sólo
un instante de luz,
misterio, miedo y fuego, como un rayo.

Más allá del paisaje no vi nada
como podéis imaginaros todos,
pero de pronto un pájaro
se posó entre las ramas y cantó sobre el árbol.


(Jaime García-Máiquez)

domingo, 7 de junio de 2015

"No sé por qué estoy aquí...", de Rafael Antúnez Arce

No sé por qué estoy aquí. Y sin embargo los gestos se entregan a la mirada habitual del tiempo: la preocupación, las prisas, el miedo a quedar bajo la noche. No hay nada extraño. Ni siquiera habitar un espacio tan frágil en una masa esférica del universo.

Las horas, el deseo como un residuo flotando sobre la nada, la voz del hombre convertida en alarido horrible bajo la música.

¿Qué es la música?

En mi sillón se acumulan cenizas, repito cada madrugada, camino sin orientación; las manchas del dolor son profundas.

Sácame de este laberinto que soy, repetida en mí la mecánica celeste. Extrae lo que es tuyo y reúnelo contigo. He comprado unos billetes para casa, pero el autobús no acaba de llegar. Tecleo estas palabras. Tecléame la vida a las nueve en punto. Necesito despertar.


(Rafael Antúnez Arce)

jueves, 28 de mayo de 2015

"Soneto XXV", de Pablo Neruda

Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.


Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.


Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,

todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.


(Pablo Neruda)

martes, 26 de mayo de 2015

"Como la hiedra", de Leopoldo Panero

Por el dolor creyente que brota del pecado;
por haberte querido de todo corazón;
por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
tantas veces pedido, de rodillas, perdón.

Por haberte perdido; por haberte encontrado.
Porque es como un desierto nevado mi oración;
porque es como la hiedra sobre un árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión.

Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a mi viejo tronco poco a poco me enlace,

y que mi vieja sombra se derrame a tus pies.
¡Porque es como la rama donde la savia nace,
mi corazón, Dios mío, sueña que tú lo ves!


(Leopoldo Panero)

jueves, 14 de mayo de 2015

"Pequeña astra", de Benn Gottfried

El cadáver del conductor
de un camión de cerveza
fue alzado sobre la camilla.
Alguien le había colocado entre los dientes
una pequeña flor
oscura — clara — lila.
Cuando le saqué el paladar y la lengua
desde el pecho
con un largo cuchillo
debajo de la piel
he debido rozarla
porque la flor se deslizó
hacia el cerebro vecino.
La guardé en el tórax
entre el serrín
cuando lo cosían.
¡Bebe hasta saciarte en tu vasija!
¡Descansa en paz,
pequeña astra!


(Benn Gottfried)

"Diálogo", de Ernst Maria Richard Stadler

Dios mío, a ti te busco. Implorando la entrada, mira que me arrodillo ante tu umbral.
Mírame aquí, extraviado, mil senderos me arrastran a lo desconocido,
y ninguno de ellos me conduce a casa. Permite que huya hacia el refugio de tus jardines,
que en su tranquilidad de mediodía vuelva a hallarse mi vida dispersada.
Siempre he ido corriendo tras luces de colores,
ávido de maravillas hasta que los deseos y la vida y su fin desaparecieron en la noche.
Ahora el día alborea. Y es ahora cuando mi corazón, encerrado en la cárcel de sus propias 
acciones,
angustiado pregunta si es que tuvo sentido aquel tiempo confuso y malgastado.
Y no hay respuesta alguna. Siento tambalearse en medio de tormentas,
sin rumbo por el mar, lo que mi nave lleva de cargamento último.
Y el barco de la vida, el que por la mañana se mecía osado, emprendedor,
destroza sus tablas contra el monte imantado de un destino loco.

Paz, alma mía. ¿Acaso nada sabes de tu propia patria?
Mira, pues: en ti estás. La luz incierta que le confundía
era la lámpara sin fin que arde ante el altar de tu vida. ¿Por qué tiemblas en la oscuridad?
¿No eres tú, acaso, el instrumento mismo en el que el alboroto
de la totalidad de los sonidos se unifica en un baile nupcial? ¿No oyes la voz del niño
que quedamente canta para ti desde lo más profundo?
¿No sientes, puro, el ojo que se inclina sobre la más salvaje de tus noches?
Oh, manantial que de las mismas ubres se alimentó con aguas turbias y claras.
Oh, rosa de los vientos de tu propio destino, tormenta, noche de tempestades y 
tranquilidad,
todo tú mismo: purgatorio, ascensión y el eterno retorno.
Contempla, pues; tu último deseo, al que tendió tu vida unas manos ardientes,
ya brillaba prendido en el cielo de tu afán más temprano.
Tu dolor, tu placer desde siempre yacían encerrados en ti, como en un cofre,
y no hay nada de lo que fue y será que no haya sido tuyo desde siempre.



( Ernst Maria Richard Stadler)

lunes, 16 de marzo de 2015

"¿Fue como beso o llanto?", de Pedro Salinas

¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos
con las manos, buscándonos
a tientas, con los gritos,
clamando, con las bocas
que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
y materia, combate
de pecho contra pecho,
que a fuerza de contactos
se convirtió en victoria
gozosa de los dos,
en prodigioso pacto
de tu ser con mi ser
enteros?
¿O tan sencillo fue,
tan sin esfuerzo, como
una luz que se encuentra
con otra luz, y queda
iluminado el mundo,
sin que nada se toque?


(Pedro Salinas)

sábado, 14 de febrero de 2015

"La voz del viento", de Ernestina de Champourcin

Búscame en ti. La flecha de mi vida
ha clavado sus rumbos en tu pecho
y esquivo entre tus brazos el acecho
de las cien rutas que mi paso olvida.

Despójame del ansia desmedida
que abrasaba mi espíritu en barbecho.
El roce de tus manos ha deshecho
la audacia de mi frente envanecida.

Navegaré en tus pulsos. Dicha inerte
del silencio total. Ávida muerte
donde renacen, tuyos, mis sentidos.

Ahoga entre tus labios mi tristeza,
y esta inquietud punzante que ya empieza
a taladrar mi sien con sus latidos.


(Ernestina de Champourcin)