miércoles, 14 de octubre de 2015

"El momento", de Marie Howe

Ah, ese momento así-repentino
en que, no pasa
nada
y no hay listas de cosas-por-hacer

tal vez por medio instante
la prisa del tránsito se detiene.
El zumbido del Debo ser, Debo ser, Debo ser
se desacelera hasta callar,
y ya ni se mueven las blancas cortinas de algodón.


(Marie Howe)

jueves, 8 de octubre de 2015

"El viajero le dijo al viajero: no volveremos como...", de Mahmud Darwix

No conozco el desierto,
pero en sus márgenes broté como palabra...
La palabra fue, y en mí se cumplió, 
como en una mujer repudiada o en su roto marido,
y no aprendí sino el ritmo:
lo escucho,
lo sigo,
lo levanto triunfante
de camino hacia el cielo,
el cielo de mi canción;
soy hijo de la llanura siria,
en ella vivo aunque viaje y me acomode
entre gente de mar;
por Oriente el espejismo me ata
a los antiguos beduinos,
por mí abrevan los más bellos corceles,
le tomo el pulso al alfabeto en el eco,
y como una ventana, miro a dos latitudes...
olvido quién soy para ser
todos en uno, coetáneo
de los cantos de los marineros bajo mi ventana
y de la carta de los combatientes a los suyos:
no volveremos como nos fuimos,
no... por nada en el mundo.
No conozco el desierto,
aunque he frecuentado su mundo,
fue en el desierto donde me dijo el arcano:
¡Escribe!
Y yo le dije: En el espejismo hay otro texto.
-Escribe para que verdee el espejismo.
-Sí, pero me falta lo invisible,
no he podido reducirlo a palabras.
Me dijo: escribe para llegar a decirlas
y saber dónde has estado, dónde estás,
cómo has llegado y quién serás mañana:
pon tu nombre en mi mano y escribe
para que sepas quién soy, y luego parte como una nube
por el horizonte...
Y escribí: quien escriba su historia heredará
la tierra del verbo, suyo será el significado total.

No conozco el desierto,
pero me despedí de él: adiós
cabila del Oriente de mi canción; adiós
plural estirpe de la espada; adiós
mu'allaqa que albergó nuestros planetas; adiós
hijo de mi madre a la sombra de una palmera, adiós
pueblos que dan memoria a mi memoria, adiós
a mis adioses entre dos poemas:
el poema escrito
y aquel en que de amor muere su poeta.
¿Soy el que soy?
¿Estoy allí... o estoy aquí?
En cada "tú" hay un yo,
yo soy el tú interpelado, no cabe exilio
si yo te soy. No cabe el exilio
si tú me eres. No cabe el exilio
si el mar y el desierto son
la canción del viajero al viajero:
no volveré como me fui,
no... por nada en el mundo.


(Mahmud Darwix)

miércoles, 7 de octubre de 2015

"Y yo sigo haciendo arte", de Katja Perat

Se dice que, en silencio, las personas
se esfuerzan por morir, porque todo lo orgánico
lucha por convertirse en inorgánico
y todo movimiento avanza y lucha
para dejar de serlo.
Las cosas se derrumban porque quieren
que se las deje en paz.
Los tristes se rinden;
un pueblo medieval se rinde
tras un asedio interminable, a duras penas,
bajo sus propias condiciones.
No pueden soportar la carga;
la culpa y la tristeza se comparten
entre todos los presentes.
El rechazo no ayuda,
ser insensible es útil,
aunque aseguren los psicoanalistas
que renunciar al deseo es una muerte anticipada.
Me resulta difícil plantarme ante el espejo. Me obliga
a enfrentarme a mi cara y a odiarla sin piedad.
Eso me aleja de las niñas de papá,
que pueden permitirse la maldad y la ira
sin nada que perder, pues se las ama y asegura por adelantado.
Existe gente honrada, gente que sabe gestionar la transparencia
sin recordarse a sí misma todo el tiempo
que jamás algo falso ha sido hermoso.
Gente que nunca esquiva su tristeza y que, al afrontar
sus errores, dice, con cierta calma:
"Soy consciente de que me has abandonado. Estás
fuera de mi alcance. Insistir
carece de sentido; nadie ama cuando está
obligado a hacerlo".
Esa gente ha aprendido cosas 
que yo no soy capaz de aprender. Estamos separados
por la debilidad, que se disfraza de sentido del honor 
y convierte en teoría todo lo que toca.
Cuando se vuelve insoportable de verdad,
sólo puedo, con delicadeza exagerada, 
esperar una lluvia que equipare el tiempo con mi humor.
Existe cierto encanto en emplear el arte
para liberarse. Encanto en lo que dices
cuando estás libre de las restricciones de un único punto de vista,
encanto que previene el habla y que evidencia la incapacidad,
encanto que no eludes nunca,
pues estás tan débil como para sobrevivir
al nivel de exposición que exige el ser humano.
El encanto y el afecto requieren esfuerzo,
y es verdad que, para mí, nada es sencillo.
"Es irrelevante",
dijo alguien que conozco.
"Tus poemas son irrelevantes;
el arte necesita otras cosas".
El arte no necesita nada,
me gustaría añadirlo.


(Katja Perat)