domingo, 25 de noviembre de 2012

"Lo que Dios no había previsto", de Stan Rice

Duerme bien,
llora bien,
ve al pozo profundo
tan a menudo como puedas.
Trae agua
cristalina y reluciente.
Dios no había previsto que la conciencia
se desarrollara de forma tan
perfecta. Pues bien,
dile que
nuestro cubo se ha colmado
y que
puede irse al diablo.


(Stan Rice)

"El breve amor", de Julio Cortázar

Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,

me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en el espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente,

para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiéndose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo...

¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos?


(Julio Cortázar)

sábado, 24 de noviembre de 2012

"Cántico espiritual" (fragmento), de san Juan de la Cruz

ESPOSA:
¡Apártalos, amado,
que voy de vuelo! 

ESPOSO: 
Vuélvete, paloma, 
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma, 
al aire de tu vuelo, y fresco toma. 

ESPOSA: 
¡Mi amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos; 

la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora;

nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado!

A zaga de tu huella,
las jóvenes discurran al camino;
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.

En la interior bodega
de mi amado bebí, y cuando salía,
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía
y el ganado perdí que antes seguía.


(San Juan de la Cruz)

viernes, 23 de noviembre de 2012

"En una cajita de fósforos", de Mª Elena Walsh

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.

Un rayo de sol, por ejemplo
(pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra)
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.

Les voy a contar un secreto.
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte, la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.

Lo sé, pero qué voy a hacer:
tirarla me da mucha lástima.

Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
Basura, dirán, cachivaches,
no sé por qué juntan todo esto.
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.


(María Elena Walsh)

lunes, 19 de noviembre de 2012

"La compañera del cestero", de René Char

Yo te amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de tu dominio que cercaba mi beso. Hay quien se confía a una imaginación redonda. A mí me basta ir.
He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño, amor mío,
que ha sido posible trenzarlo con mimbre.


(René Char)

"Desmayarse", de Félix Lope de Vega

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño:

creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor, quien lo probó lo sabe.


(Lope de Vega)

domingo, 11 de noviembre de 2012

"Lava", de Adam Zagajewski

Y qué, pensé, si tienen razón
tanto Heráclito como Parménides
y uno junto al otro dos mundos existen,
uno tranquilo, el otro loco; una flecha
corre sin reflexión y la otra la observa
con tolerancia: la misma ola fluye y no fluye,
los animales nacen y mueren al mismo tiempo,
las hojas de abedules juguetean con el viento y a la vez
fenecen en la llama herrumbrosa y cruel.
La lava mata y perpetúa, el corazón golpea
y es golpeado, hubo guerra, no hubo guerra,
los judíos han muerto, los judíos viven, las ciudades ardieron,
las ciudades están en pie, el amor palidece, el beso eterno,
las alas del halcón han de ser marrones,
tú sigues conmigo aunque ya no estamos,
las naves naufragan, la arena canta y las nubes
vagabundean como jirones de velos nupciales.

Todo está perdido. Tanta alucinación. Las colinas
portan cautelosamente las largas banderas del bosque,
el moho trepa por la torre de piedra de la iglesia
y alaba con sus labios tímidamente el norte.
En el crepúsculo, los jazmines como lámparas feroces
brillan aturdidos por su propio resplandor.
En el museo se estrechan ante el lienzo oscuro
las pupilas felinas de alguien. Todo está acabado.
Los jinetes galopan en sus corceles negros, el tirano redacta
la condena a muerte repleta de errores de estilo.
La juventud se vuelve nada en el transcurso
de un solo día, los rostros de las muchachas se tornan
medallones, la desesperación se torna encanto
y los tersos frutos de las estrellas crecen en el cielo
como uvas, y la belleza dura, trémula e impasible,
y Dios está y se muere, y la noche regresa a nuestro lado
cada atardecer, y el rocío anacara el alba.


(Adam Zagajewski)

jueves, 8 de noviembre de 2012

"Para vivir no quiero", de Pedro Salinas

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
"Yo te quiero, soy yo."

(Pedro Salinas)

martes, 6 de noviembre de 2012

"El desayuno", de Luis Alberto de Cuenca

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno."

(Luis Alberto de Cuenca)