viernes, 20 de abril de 2012

"De tu cabello", de Lucian Blaga

La sabiduría de un mago me contó una vez
algo de un velo que no pueden traspasar las miradas,
telaraña que esconde al ser en todas sus partes
impidiéndonos ver lo que es real.

Ahora, cuando me oscureces las mejillas y los ojos
con tu cabello,
desmayado por sus ricas olas negras,
estoy soñando que el velo, el que transforma en misterio
todo lo ancho del mundo, está tejido
de tu cabello,
y grito,
y grito,
y por primera vez siento
todo el hechizo que me dijo el mago.

(Lucian Blaga)

martes, 17 de abril de 2012

"Como en mi propia casa", de Rocío Arana

Aquí llega mi madre
felizmente
cansada
con su tacto de agua
con sus ojos
de fruta
y con esa sonrisa
que despierta
castillos medievales
aquí llega mi padre con los años
latiendo
como pájaros
como si no tuvieran
peso alguno
viene
trayendo
el viento en las pupilas
viene
con la cartera
trabajosa
los ojos fulgurantes
como un niño
lo mismo
que un niño que regresa
del colegio
y sueña que es mayor
calvo
filósofo
y con una mujer
que despierta castillos
medievales

(Rocío Arana)

lunes, 16 de abril de 2012

"Danza en tres tiempos", de Ernestina de Chamourcin

                                                  1

¡Danzo roja y sin mí!
A fuerza de pisarlo,
mi círculo maldito se abre en puntas de estrella.

                     -La música del tiempo
                    gira leve y pausada
                    bajo mi planta ebria-.

¿Es mío el pie desnudo con la rosa de sangre
que dibuja perfiles en el silencio azul?

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                                                  2

Danzo inmóvil,
parada al margen de mí misma.
Quietud vertiginosa...
Libre de voz y gesto, soy, lejana de todo.
¡Soy yo en mis orillas!

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                                                  3

¡Danzo gris y cansada!
Pesadamente busco -sin puerta-
los umbrales.
¿Quién se empeñó en borrarlos
encerrándome en mí?

¡Danzo gris y cansada!
Mi pie jadea, muere,
estilizado en ala...

Fuera de mí -ya siempre- danza el compás eterno.

 (Ernestina de Champourcin)

domingo, 15 de abril de 2012

"Intenta alabar al mundo herido", de Adam Zagajewski

Intenta alabar al mundo herido.
Recuerda los largos días de junio,
fresas silvestres, gotas rosadas de vino.
Los hierbajos que metódicamente invadían
las casas abandonadas de los desterrados.
Debes alabar al mundo herido.
Mirabas yates y barcos,
uno de ellos tenía que emprender un largo viaje,
al otro le aguardaba sólo la salobre nada.
Veías refugiados caminar hacia ninguna parte,
oías a los verdugos cantar
alegremente.
Deberías alabar al mundo herido.
Recuerda aquellos momentos, en la habitación blanca,
cuando estabais juntos y el visillo se movía.
Vuelve con la mente al concierto, cuando estalló
la música.
Recogías bellotas en el parque en otoño
y las hojas sobrevolaban girando las cicatrices de la tierra.
Alaba al mundo herido
y la pluma gris perdida por un mirlo,
y la luz delicada que vaga y desaparece
y regresa.

(Adam Zagajewski)

domingo, 8 de abril de 2012

"Él desea las telas del cielo", de W. B. Yeats

Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
recamadas con luz dorada y plateada,
las telas azules y las tenues y las oscuras
de la noche y la luz y la media luz,
extendería las telas bajo tus pies:
Pero soy pobre y solo tengo
la tela de mis sueños, ya ves;
pisa suavemente, porque pisas mis sueños.

(W. B. Yeats)

jueves, 5 de abril de 2012

"La otra posibilidad", de Erich Kästner

Si hubiéramos ganado la guerra,
con rumor de olas y rugido de tomenta,
Alemania ya no se podría salvar,
y parecería un manicomio.

Se nos domesticaría con notas musicales
como a una tribu salvaje.
Al llegar los sargentos, saltaríamos
de la acera y nos cuadraríamos.

Si hubiéramos ganado la guerra
seríamos un estado orgullloso.
Y hasta en la cama apretaríamos
las manos contra la costura del pantalón.

La mujeres deberían parir niños.
Un niño al año. O a la cárcel.
El Estado necesita niños como conservas
y la sangre les sabe a zumo de frambuesa.

Si hubiéramos ganado la guerra,
el cielo sería nacional.
Los curas llevarían charreteras
y Dios sería general alemán.

La frontera sería una trinchera.
La luna sería el botón de un soldado raso.
Tendríamos un emperador
y un casco en vez de cabeza.

Si hubiéramos ganado la guerra,
todos seríamos soldados.
Un pueblo de cretinos y afustes.
¡Y por todas partes alambradas!

Se nacería siguiendo órdenes.
Porque los hombres son bastante baratos.
Y porque sólo con cañones
no se ganan las guerras.

La razón estaría encadenada.
Y la llevarían a todas horas ante los jueces.
Y habría guerras como operetas.

Si hubiéramos ganado la guerra -
¡afortunadamente no la hemos ganado!


(Erich Kästner)

miércoles, 4 de abril de 2012

"Arte poética", de Ramón Irigoyen

Un poema si no es una pedrada
-y en la sien-
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en la sien
y ya hay un muerto.

(Ramón Irigoyen)

lunes, 2 de abril de 2012

"Unas palabras sobre pornografía", de Wislawa Szymborska

No hay peor lujuria que pensar.
Es pura lascivia que se propaga cual hierbajo anemófilo
por los parterres reservados a las margaritas.

Nada hay sagrado para quienes piensan.
Con descaro llaman a las cosas por su nombre,
elaboran análisis disipados y síntesis concupiscentes,
se entregan a la salvaje y libertina persecución de la verdad desnuda,
al toqueteo libidinoso de temas delicados,
al roce de opiniones. Y se quedan tan anchos.

A la luz del día o al abrigo de la noche,
se juntan en parejas, triángulos y círculos.
No importan sexo ni edad de los integrantes.
Les brillan los ojos, les arden las mejillas.
El amigo pervierte al amigo.
Hijas depravadas corrompen a sus padres.
El hermano celestinea con su hermana menor.

Les apetecen otros frutos,
los del árbol prohibido de la ciencia,
y no las nalgas rosadas de las revistas en color,
ni la pornografía al uso, ingenua en el fondo.
Les divierten los libros sin estampas,
con un único interés: ciertas frases
subrayadas a uña o a lápiz rojo.

¡Qué espanto! ¡En qué posturas,
y con qué escabrosa simplicidad
se deja una mente fecundar por otra!
No constan ni en el mismísimo Kamasutra.

En esas citas sólo el te está caliente.
La gente se sienta, mueve los labios.
Cruza las piernas, pero cada cual las propias.
Así, un pie descansa en el suelo,
y el otro, libre, se columpia en el aire.
Sólo de vez en cuando alguien se levanta,
se acerca a una ventana
y por una rendija de la persiana
fisga la calle.


(Wislawa Szymborska)