sábado, 1 de diciembre de 2012

"Conversación con una piedra", de Wislawa Szymborska

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
Quiero penetrar en tu interior,
echar un vistazo,
respirarte.

-Vete -dice la piedra-.
Estoy herméticamente cerrada.
Incluso hecha añicos,
sería añicos cerrados.
Incluso hecha polvo,
sería polvo cerrado.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
Vengo por mera curiosidad.
Sólo la vida permite satisfacerla.
Quisiera pasearme por tu palacio,
y luego visitar una hoja y una gota de agua.
No me queda mucho tiempo.
Mi mortalidad debería ablandarte.

-Soy de piedra –dice la piedra-
Imposible perturbar mi seriedad.
Vete,
no tengo músculos risorios.
Llamo a la puerta de una piedra.
Soy yo, déjame entrar.
Me han dicho que encierras salas enormes y vacías,
nunca vistas y bellas en vano,
mudas, donde nunca han retumbado los pasos de nadie.
Confiésalo: ni tú misma lo sabías.

-Salas enormes y vacías –dice la piedra-.
Pero no hay espacio disponible.
Bellas, quizá, pero no para el gusto
de tus limitados sentidos.
Puedes verme pero nunca catarme.
Mi superficie te da la cara,
pero mi interior te vuelve la espalda.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
En ti no busco refugio para la eternidad.
No soy desdichado.
Ni carezco de techo.
Mi mundo merece el regreso.
Quiero entrar y salir con las manos vacías.
La prueba de haber estado en ti
se limitará a mis palabras
en las que nadie creerá.

-No entrarás –dice la piedra-.
Te falta el sentido de la participación.
Y no existe otro sentido que pueda sustituirlo.
Incluso la vista omnividente
te resultará inútil si eres incapaz de participar.
No entrarás; ese sentido, en ti, es sólo deseo,
mero intento, vaga fantasía.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.
No puedo esperar mil siglos
para entrar en tus paredes.

-Si no crees en mis palabras –dice la piedra-,
acude a la hoja, que te dirá lo mismo que yo,
o a la gota de agua, que te dirá lo mismo que la hoja.
Pregunta también a un cabello de tu cabeza.
Estoy a punto de reír a carcajadas,
de reír como mi naturaleza me impide reír.

Llamo a la puerta de una piedra.
-Soy yo, déjame entrar.

-No tengo puerta –dice la piedra.


(Wislawa Szymborska)

domingo, 25 de noviembre de 2012

"Lo que Dios no había previsto", de Stan Rice

Duerme bien,
llora bien,
ve al pozo profundo
tan a menudo como puedas.
Trae agua
cristalina y reluciente.
Dios no había previsto que la conciencia
se desarrollara de forma tan
perfecta. Pues bien,
dile que
nuestro cubo se ha colmado
y que
puede irse al diablo.


(Stan Rice)

"El breve amor", de Julio Cortázar

Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,

me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en el espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente,

para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiéndose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo...

¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos?


(Julio Cortázar)

sábado, 24 de noviembre de 2012

"Cántico espiritual" (fragmento), de san Juan de la Cruz

ESPOSA:
¡Apártalos, amado,
que voy de vuelo! 

ESPOSO: 
Vuélvete, paloma, 
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma, 
al aire de tu vuelo, y fresco toma. 

ESPOSA: 
¡Mi amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos; 

la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora;

nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado!

A zaga de tu huella,
las jóvenes discurran al camino;
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.

En la interior bodega
de mi amado bebí, y cuando salía,
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía
y el ganado perdí que antes seguía.


(San Juan de la Cruz)

viernes, 23 de noviembre de 2012

"En una cajita de fósforos", de Mª Elena Walsh

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.

Un rayo de sol, por ejemplo
(pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra)
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.

Les voy a contar un secreto.
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte, la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.

Lo sé, pero qué voy a hacer:
tirarla me da mucha lástima.

Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
Basura, dirán, cachivaches,
no sé por qué juntan todo esto.
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.


(María Elena Walsh)

lunes, 19 de noviembre de 2012

"La compañera del cestero", de René Char

Yo te amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de tu dominio que cercaba mi beso. Hay quien se confía a una imaginación redonda. A mí me basta ir.
He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño, amor mío,
que ha sido posible trenzarlo con mimbre.


(René Char)

"Desmayarse", de Félix Lope de Vega

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño:

creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor, quien lo probó lo sabe.


(Lope de Vega)

domingo, 11 de noviembre de 2012

"Lava", de Adam Zagajewski

Y qué, pensé, si tienen razón
tanto Heráclito como Parménides
y uno junto al otro dos mundos existen,
uno tranquilo, el otro loco; una flecha
corre sin reflexión y la otra la observa
con tolerancia: la misma ola fluye y no fluye,
los animales nacen y mueren al mismo tiempo,
las hojas de abedules juguetean con el viento y a la vez
fenecen en la llama herrumbrosa y cruel.
La lava mata y perpetúa, el corazón golpea
y es golpeado, hubo guerra, no hubo guerra,
los judíos han muerto, los judíos viven, las ciudades ardieron,
las ciudades están en pie, el amor palidece, el beso eterno,
las alas del halcón han de ser marrones,
tú sigues conmigo aunque ya no estamos,
las naves naufragan, la arena canta y las nubes
vagabundean como jirones de velos nupciales.

Todo está perdido. Tanta alucinación. Las colinas
portan cautelosamente las largas banderas del bosque,
el moho trepa por la torre de piedra de la iglesia
y alaba con sus labios tímidamente el norte.
En el crepúsculo, los jazmines como lámparas feroces
brillan aturdidos por su propio resplandor.
En el museo se estrechan ante el lienzo oscuro
las pupilas felinas de alguien. Todo está acabado.
Los jinetes galopan en sus corceles negros, el tirano redacta
la condena a muerte repleta de errores de estilo.
La juventud se vuelve nada en el transcurso
de un solo día, los rostros de las muchachas se tornan
medallones, la desesperación se torna encanto
y los tersos frutos de las estrellas crecen en el cielo
como uvas, y la belleza dura, trémula e impasible,
y Dios está y se muere, y la noche regresa a nuestro lado
cada atardecer, y el rocío anacara el alba.


(Adam Zagajewski)

jueves, 8 de noviembre de 2012

"Para vivir no quiero", de Pedro Salinas

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
"Yo te quiero, soy yo."

(Pedro Salinas)

martes, 6 de noviembre de 2012

"El desayuno", de Luis Alberto de Cuenca

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno."

(Luis Alberto de Cuenca)

domingo, 23 de septiembre de 2012

"Eva", de Lucian Blaga

Cuando la serpiente tendió a Eva la manzana,
le habló con una voz que tintineaba
entre las hojas como una campanilla de plata.
Pero sucedió que después una voz más baja aún
le dijo algo al oído
muy bajo, muy bajo,
algo que no está en las Santas Escrituras.

Ni Dios mismo pudo oírlo
aunque escuchara.
Y Eva no quiso decirlo a nadie,
ni a Adán.

Desde entonces la mujer esconde bajo los párpados
un misterio,
y mueve sus pestañas como si dijera
que sabe algo
que nosotros no sabremos jamás,
lo que nadie sabe,
ni Dios mismo.

(Lucian Blaga)

viernes, 21 de septiembre de 2012

"Dolor", de José Luis Martín Descalzo

Nunca podrás, dolor, acorralarme.
Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,
secar mi lengua, 
amordazar mi canto,
sajar mi corazón y desguazarme.

Podrás entre tus rejas encerrarme,
destruir los castillos que levanto,
ungir todas mis horas con tu espanto,
pero nunca podrás acobardarme.

Puedo amar en el potro de tortura.
Puedo reír cosido por tus lanzas.

Puedo ver en la oscura noche oscura.
Llego, dolor, a donde tú no alcanzas.
Yo decido mi sangre y su espesura.
Yo soy el dueño de mis esperanzas.

(José Luis Martín Descalzo)

jueves, 20 de septiembre de 2012

"Muerte repentina", de Ahmed Hegazy

Escribí mi número telefónico,
Mi nombre y mi dirección
Si de repente muero
Mis amigos vendrán y me identificarán.
Imagino lo que pasará
Si no vienen.
Me quedaré en la morgue dos largas noches
Temblarán los fríos alambres
del teléfono en la noche.
Sonará el timbre.
Sin contestación... una... dos veces.
Alguien le dirá a mi madre que estoy muerto
Mi madre, -triste campesina-
¡Cómo caminará sola en la ciudad
Mi dirección en su mano!
¡Cómo pasará la noche a mi lado
En el silencioso salón
Vencida en su soledad
Consolada en la reclusión de su dolor
Sola, meditando
Sobre sus penas ocultas
Tejiendo mi mortaja con negras lágrimas!
Quisiera que mi madre hubiera tatuado el brazo de su hijo
Para que yo no me extraviara
Para que no traicionara a mi padre
Para que mi primera cara no se escondiera bajo la segunda
Cuando veo a hombres y mujeres salir en silencio
Después de pasar dos horas conmigo
Sin cruzar mirada alguna, sin contemplar otras escenas,
Cuando veo que, en la vida, no hay locura
Y sobre nosotros vuela el pájaro de la quietud
Siento como si de verdad estuviera muerto y yaciera en silencio
Contemplando este mundo agonizante.


(Ahmed Hegazy)

jueves, 24 de mayo de 2012

"Las cosas", de José Luis Martín Descalzo

No les pido a las cosas que sean más que cosas.
No le pido a la rama que sea más que rama.
No espero que la llama arda más que la llama.
No sueño que las rosas parezcan más que rosas.

No les pido a las frutas que sean milagrosas.
No exijo al sol el oro de su fama.
No ansío que florezcan diamantes las retamas.
Siendo más no serían más hermosas.

Sea fiel a sí misma la manzana
y sea el viento viento consecuente.
No le preocupe al campo ser barbecho.

Sea la nieve solitaria y cana.
Bástele al agua con ser transparente.
Dios, con ser Dios, lo halló todo bien hecho.



(José Luis Martín Descalzo)

miércoles, 2 de mayo de 2012

"Apunte biográfico", de José Luis Piquero


Pero también a mí­ me partieron la cara
en más de una ocasión. En aquel tiempo
temí­a -como Spender- a los chicos del barrio,
matones con jerseis de Benasque y playeras
que odiaban a las madres y a los niños con gafas.

El miedo, pienso ahora,
es una presa fácil. No se explica
de otro modo la astucia, aquella maña
que se daban para atraparme siempre,
aunque volviera por otro camino
de la escuela o bajase a comprar el pan
a donde era más caro pero estaba más cerca.

Eran hábiles con el cigarrillo,
conocí­an las zonas donde la quemadura
podí­a doler más. Algunas veces
les bastaba el insulto desde lejos.
En los dí­as de fiesta eran más peligrosos
porque tení­an tiempo de sobra por delante
y el escenario idóneo de una calle aburrida.

Y lo que más lamento ya no son los cuadernos
de dibujo manchados de tinta o los tebeos
que un dí­a me quitaron, sino el otro
expolio de mi infancia ignorante y feliz,
la fe ciega en un orden de las cosas,
la armoní­a del mundo que, prematuramente,
hicieron mil pedazos en medio de la calle.

Y sobre todo el odio, el rencor insensato
de tantos años hacia los adultos:
Pasaban en silencio, sin mirarnos.
Siempre llegaban tarde a impedir las peleas.

(José Luis Piquero)

viernes, 20 de abril de 2012

"De tu cabello", de Lucian Blaga

La sabiduría de un mago me contó una vez
algo de un velo que no pueden traspasar las miradas,
telaraña que esconde al ser en todas sus partes
impidiéndonos ver lo que es real.

Ahora, cuando me oscureces las mejillas y los ojos
con tu cabello,
desmayado por sus ricas olas negras,
estoy soñando que el velo, el que transforma en misterio
todo lo ancho del mundo, está tejido
de tu cabello,
y grito,
y grito,
y por primera vez siento
todo el hechizo que me dijo el mago.

(Lucian Blaga)

martes, 17 de abril de 2012

"Como en mi propia casa", de Rocío Arana

Aquí llega mi madre
felizmente
cansada
con su tacto de agua
con sus ojos
de fruta
y con esa sonrisa
que despierta
castillos medievales
aquí llega mi padre con los años
latiendo
como pájaros
como si no tuvieran
peso alguno
viene
trayendo
el viento en las pupilas
viene
con la cartera
trabajosa
los ojos fulgurantes
como un niño
lo mismo
que un niño que regresa
del colegio
y sueña que es mayor
calvo
filósofo
y con una mujer
que despierta castillos
medievales

(Rocío Arana)

lunes, 16 de abril de 2012

"Danza en tres tiempos", de Ernestina de Chamourcin

                                                  1

¡Danzo roja y sin mí!
A fuerza de pisarlo,
mi círculo maldito se abre en puntas de estrella.

                     -La música del tiempo
                    gira leve y pausada
                    bajo mi planta ebria-.

¿Es mío el pie desnudo con la rosa de sangre
que dibuja perfiles en el silencio azul?

--------------------------

                                                  2

Danzo inmóvil,
parada al margen de mí misma.
Quietud vertiginosa...
Libre de voz y gesto, soy, lejana de todo.
¡Soy yo en mis orillas!

 --------------------------

                                                  3

¡Danzo gris y cansada!
Pesadamente busco -sin puerta-
los umbrales.
¿Quién se empeñó en borrarlos
encerrándome en mí?

¡Danzo gris y cansada!
Mi pie jadea, muere,
estilizado en ala...

Fuera de mí -ya siempre- danza el compás eterno.

 (Ernestina de Champourcin)

domingo, 15 de abril de 2012

"Intenta alabar al mundo herido", de Adam Zagajewski

Intenta alabar al mundo herido.
Recuerda los largos días de junio,
fresas silvestres, gotas rosadas de vino.
Los hierbajos que metódicamente invadían
las casas abandonadas de los desterrados.
Debes alabar al mundo herido.
Mirabas yates y barcos,
uno de ellos tenía que emprender un largo viaje,
al otro le aguardaba sólo la salobre nada.
Veías refugiados caminar hacia ninguna parte,
oías a los verdugos cantar
alegremente.
Deberías alabar al mundo herido.
Recuerda aquellos momentos, en la habitación blanca,
cuando estabais juntos y el visillo se movía.
Vuelve con la mente al concierto, cuando estalló
la música.
Recogías bellotas en el parque en otoño
y las hojas sobrevolaban girando las cicatrices de la tierra.
Alaba al mundo herido
y la pluma gris perdida por un mirlo,
y la luz delicada que vaga y desaparece
y regresa.

(Adam Zagajewski)

domingo, 8 de abril de 2012

"Él desea las telas del cielo", de W. B. Yeats

Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
recamadas con luz dorada y plateada,
las telas azules y las tenues y las oscuras
de la noche y la luz y la media luz,
extendería las telas bajo tus pies:
Pero soy pobre y solo tengo
la tela de mis sueños, ya ves;
pisa suavemente, porque pisas mis sueños.

(W. B. Yeats)

jueves, 5 de abril de 2012

"La otra posibilidad", de Erich Kästner

Si hubiéramos ganado la guerra,
con rumor de olas y rugido de tomenta,
Alemania ya no se podría salvar,
y parecería un manicomio.

Se nos domesticaría con notas musicales
como a una tribu salvaje.
Al llegar los sargentos, saltaríamos
de la acera y nos cuadraríamos.

Si hubiéramos ganado la guerra
seríamos un estado orgullloso.
Y hasta en la cama apretaríamos
las manos contra la costura del pantalón.

La mujeres deberían parir niños.
Un niño al año. O a la cárcel.
El Estado necesita niños como conservas
y la sangre les sabe a zumo de frambuesa.

Si hubiéramos ganado la guerra,
el cielo sería nacional.
Los curas llevarían charreteras
y Dios sería general alemán.

La frontera sería una trinchera.
La luna sería el botón de un soldado raso.
Tendríamos un emperador
y un casco en vez de cabeza.

Si hubiéramos ganado la guerra,
todos seríamos soldados.
Un pueblo de cretinos y afustes.
¡Y por todas partes alambradas!

Se nacería siguiendo órdenes.
Porque los hombres son bastante baratos.
Y porque sólo con cañones
no se ganan las guerras.

La razón estaría encadenada.
Y la llevarían a todas horas ante los jueces.
Y habría guerras como operetas.

Si hubiéramos ganado la guerra -
¡afortunadamente no la hemos ganado!


(Erich Kästner)

miércoles, 4 de abril de 2012

"Arte poética", de Ramón Irigoyen

Un poema si no es una pedrada
-y en la sien-
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en la sien
y ya hay un muerto.

(Ramón Irigoyen)

lunes, 2 de abril de 2012

"Unas palabras sobre pornografía", de Wislawa Szymborska

No hay peor lujuria que pensar.
Es pura lascivia que se propaga cual hierbajo anemófilo
por los parterres reservados a las margaritas.

Nada hay sagrado para quienes piensan.
Con descaro llaman a las cosas por su nombre,
elaboran análisis disipados y síntesis concupiscentes,
se entregan a la salvaje y libertina persecución de la verdad desnuda,
al toqueteo libidinoso de temas delicados,
al roce de opiniones. Y se quedan tan anchos.

A la luz del día o al abrigo de la noche,
se juntan en parejas, triángulos y círculos.
No importan sexo ni edad de los integrantes.
Les brillan los ojos, les arden las mejillas.
El amigo pervierte al amigo.
Hijas depravadas corrompen a sus padres.
El hermano celestinea con su hermana menor.

Les apetecen otros frutos,
los del árbol prohibido de la ciencia,
y no las nalgas rosadas de las revistas en color,
ni la pornografía al uso, ingenua en el fondo.
Les divierten los libros sin estampas,
con un único interés: ciertas frases
subrayadas a uña o a lápiz rojo.

¡Qué espanto! ¡En qué posturas,
y con qué escabrosa simplicidad
se deja una mente fecundar por otra!
No constan ni en el mismísimo Kamasutra.

En esas citas sólo el te está caliente.
La gente se sienta, mueve los labios.
Cruza las piernas, pero cada cual las propias.
Así, un pie descansa en el suelo,
y el otro, libre, se columpia en el aire.
Sólo de vez en cuando alguien se levanta,
se acerca a una ventana
y por una rendija de la persiana
fisga la calle.


(Wislawa Szymborska)

sábado, 31 de marzo de 2012

"Éste será un poema para que lo leas muy rápido", de Lucía Aldao

Éste será un poema para que lo leas
                                    [muy rápido
(porque la velocidad era otro de los
                                    [sentimientos acordados)
y que deje separaciones entre las palabras
                                    [es un favor que te hago
a ti.
A ti todos los favores del mundo.

Éste será un poema a estrenar.

Y serán mis ojos (belleza obvia que
                                    [me concedo)
patentando juguetes por la noche siguiente,
contratando avionetas de cola que te
                                    [digan una frase
y unas cuantas intenciones:
"tus brazos son una sucursal del
                                    [paraíso",
son las terrazas en verano
besos como puzzles
las tardes de plástico
mis amigos
las risas
los sofás de toda la ciudad tapizados con
                                    [nuestras risas...


Mi amor, no innovamos nada,
pero en este placer de mil norias ascendiendo
reconozco la calidad de este amor y de
                                    [tu lengua,
me acerco robótica a tu cuerpo izquierdo
y compruebo cómo, efectivamente,
tu corazón está tocando mi canción preferida.


(Lucía Aldao)

martes, 27 de marzo de 2012

"Por la noche...", de Mihai Eminescu

Por la noche, perezoso y cárdeno, arde el fuego de la chimenea;
desde un rincón del sofá rojo yo lo miro de frente,
hasta que mi mente se duerme, hasta que mis pestañas se bajan;
la vela está apagada en la casa... el sueño es cálido, lento, suave.

Entonces tú te acercas por la oscuridad, sonriente,
blanca como la nieve invernal, dulce como un día de verano:
te sientas en mis rodillas, querida, tus brazos rodean
mi cuello... y tú con amor miras mi rostro que palidece.

Con tus brazos blancos, delicados, redondos, perfumados,
tú encadenas mi cuello, sobre mi pecho apoyas tu cabeza;
y como salida de un sueño, con manos blancas, dulces,
tú vas apartando los mechones de mi triste frente.

Alisas, despacio y perezosamente, mi frente tranquila
y, pensando que estoy dormido, astuta, posas tu boca de fuego,
como el sueño, sobre mis ojos cerrados y en medio de mi frente
y sonríes, como se ríen los sueños en un corazón amado.

Oh! Acaríciame, hasta que mi frente vuelva a ser lisa y suave,
Oh! Acaríciame, hasta que vuelvas a ser joven como la luz del sol,
hasta que seas clara como el rocío, dulce como una flor,
hasta que mi rostro no esté arrugado, mi corazón ya no sea viejo. 


(Mihail Eminescu)

Poema sin título de Angélica Freitas

Alguien quiere saber qué es metonimia
abre una página de la wikipedia
se encuentra con una cita de borges
en la que la proa representa al navío

la parte por el todo se llama sinécdoque

la parte por el todo en mi vida
este trozo de tapicería
¿es representativo? ¿no es representativo?

no quería saber lo que era
metonimia, entré en la página equivocada
quería saber cómo se llegaba
pregunté a un guarda

no quería hacer una lectura
equivocada
pero las lecturas de poesía
son equivocadas

quería escribir un poema
muy contemporáneo
sin tener que intercambiar fluidos
con lo contemporáneo

como Ronald Barthes en la cama
sólo con los clásicos

(Angélica Freitas)

lunes, 26 de marzo de 2012

"El travieso", de Francisco José Cruz

Siempre hay que recordarle al poema
que tiene que ayudarnos a escribirlo.
Su carácter ausente casi nunca
colabora con la necesidad
de decir que tenemos.
Él tiene la manía incorregible
de no expresar lo que pensamos,
de proponernos otras cosas
e incluso, con frecuencia, de callarse.

Por esto, debemos obligarlo
a escuchar cada palabra que decimos
-si es posible en voz alta-
hasta que consigamos que se siente
en la arena remota de algún folio
y con sus dedos de aire vaya haciendo
el dibujo preciso de la voz.

El poema no aguanta ahí sentado
y a los pocos renglones ya desobedece,
trazando con los pies
los garabatos que le van saliendo
a la vez que se acerca hasta la orilla
del folio y allí naufraga,
como un niño advertido del peligro
de no hacer caso a quien lo cuida.


(Francisco José Cruz)

jueves, 15 de marzo de 2012

"Soneto I" [de "Sonetos a Orfeo"], de Rainer Maria Rilke

Ahí se elevó un árbol. ¡Oh pura trascendencia!
¡Oh, Orfeo canta! ¡Oh, árbol alto en el oído!
Y todo calló. Pero aún en el callar hubo
un nuevo comienzo, un cambio, una señal.

Animales de silencio emergieron
de la selva libre y clara, desde el nido y la guarida;
y entonces se vio que no era por astucia ni por miedo
que habían permanecido tan callados en sí mismos,

sino porque escuchaban. El rugir, gritar, bramar
parecían mezquinos a sus corazones. Y allí donde
había apenas una choza para acogerlo,

un refugio hecho del más oscuro deseo
y con los pilares temblando de la puerta,
ahí, tú les levantaste un templo en el oído.

(Rainer Maria Rilke)

domingo, 11 de marzo de 2012

"Dejar la poesía", de Luis Muñoz

Por restar mientras que tú sumas.
Por llenarte de pájaros la mesa.
Por llevarte adonde no sabes salir.
Por castigarte sin hablar.
Por decirte: estás solo.
Porque le rindes cuentas.
Por preferir que cargues
con su dolor de siglos
cuando te sientes nuevo.
Por su imán descabellado.
Por la sed que produce
cuando finge ser agua.
Por su vida paralela.
Por hablarte
cuando quieres dormir.
Por su orgullo de bestia descarriada.
Porque mira a la muerte
con el rabo del ojo
cuando canta oh belleza.
Por no dar explicaciones.
Por suficiente.
Por insuficiente.
Por beberse la sombra de la mañana.

(Luis Muñoz)

viernes, 9 de marzo de 2012

"Deborah Kerr", de Ana Isabel Conejo

Ya, pero el amor,
los relojes, las madreselvas, la brisa de las pistas
de aterrizaje, los pañuelos
anudados al cuello,
las gabardinas de color pistacho.

Pero siempre el amor, sus escalpelos
de cirujano de Beverly Hills,
su costura invisible en los bajos de una falda.

Ya, pero siempre el frío, los reflejos
de los escaparates sobre las avenidas,
siempre la luz del miedo de una pérdida
sobre tu cara triste,
de persona sin suerte.

Pero siempre el amor, esos aviones
que parten, esas huellas de neumáticos
en los senderos de grava del jardín.
Pensamientos y dalias
y otras lujosas flores
del otoño.
Pero siempre el aroma delicado
de las intimidades sin futuro...

 (Ana Isabel Conejo)

miércoles, 7 de marzo de 2012

"Escena para una película", de Eduardo Chirinos

¿Cómo maneja uno los recuerdos? Yo tengo
varios que se alternan y, para colmo, varían
con el tiempo. No son organizados. Un buen
día aparecen y ¡zas! se instalan sin permiso
reclamando alguna música, si es posible
alguna explicación. Ayer, por ejemplo, tenía
siete años y entré sin llamar al dormitorio
de mi madre. La ventana daba a un amplio
jardín donde jugaba el collie, al fondo
renacía una palmera, un floreciente árbol
de papayas. Mamá se pintaba las uñas
de los pies. Parecía estar muy concentrada
y apenas me hizo caso. "¿Por qué te pintas?",
pregunté. "Porque hoy llega tu papá", me
dijo. Y eso fue todo. No. Eso no fue todo.
Su vestido colgaba impaciente de una silla
y una cámara filmaba sus piernas (la
izquierda recogida, la derecha ligeramente
levantada). ¿Qué quería de mí ese recuerdo?
No lo sé. Si le pregunto dirá que no había
ningún collie. Que tal vez había soñado.

(Eduardo Chirinos)

martes, 6 de marzo de 2012

"Arte poética", de Juan Meseguer Velasco

Adoración de ídolos y becerros de oro.
Baile de brujas. Aquelarre.

Pero, ¡cuidado!. ya se acercan.
Escuchemos atentos sus falsas ceremonias...

¡La Palabra Poética! Oooooooooh.

¡¡La Gran Palabra Poética!! Oooooooooh.

Ella ¿nos salvará?

Silencio.

(Juan Meseguer Velasco)

lunes, 5 de marzo de 2012

"Certificado de existencia", de Mario Benedetti

"Ah, ¿quién me salvará de existir?"
Fernando Pessoa

Dijo el fulano presuntuoso /
hoy en el consulado
obtuve el habitual
certificado de existencia

consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias

este papel soberbio / irrefutable
atestigua que existo

si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno
despejado

¿no llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante
certificado de existencia?

vivir / después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probablemente existe

cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
que estoy en condiciones
de mostrar dondequiera
y a quien sea
un vigente prolijo y minucioso
certificado de existencia

existo
luego pienso

¿cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable
soberano
certificado de existencia?

(Mario Benedetti)

sábado, 3 de marzo de 2012

"Añoranzas de los enamorados", de Li Ye

No hay nada más profundo que el mar,
así dice todo el mundo.
Mas creo que su profundidad
no alcanza ni en mitad
a la de las cuitas y añoranzas
por el amado ausente.
El mar tiene su orilla,
y éstas no tienen fin.
Laúd en mano, subo al alto pabellón,
vacío, pero lleno de luz de luna.
Vibran acordes de amor.
Se me quiebran las entrañas.
Y también las cuerdas.

(Li Ye)

viernes, 2 de marzo de 2012

"Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío", de Miguel Hernández

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

(Miguel Hernández)

"Blues del amo", de Antonio Gamoneda

Va a hacer diecinueve años
que trabajo para un amo.
Hace diecinueve años que me da la comida
y aún no he visto su rostro.

No he visto al amo en diecinueve años
pero todos los días yo me miro a mí mismo
y voy sabiendo poco a poco
cómo es el rostro de mi amo.

Va a hacer diecinueve años
que salgo de mi casa y hace frío
y luego entro en la suya y me pone una luz
amarilla encima de la cabeza...

Y todo el día escribo dieciséis
y mil y dos y ya no puedo más.
Y luego salgo al aire y es de noche
 y vuelvo a casa y ya no puedo vivir.

Cuando vea a mi amo le preguntaré
lo que son mil y dieciséis
y por qué me pone una luz encima de la cabeza.

Cuando esté un día delante de mi amo,
veré su rostro, miraré en su rostro
hasta borrarlo de él y de mí mismo.

(Antonio Gamoneda)

jueves, 1 de marzo de 2012

"Fantasías acerca de mi arte", de Carlos Edmundo de Ory

Nunca espero hacer un verso
ni en invierno ni en verano
Como un niño con mocos
me caen del alma cítaras
Me duele el corazón de ser un genio
Me escondo en algún sábado
y escribo con mi escoba
en un rincón de ala de alguna mariposa
Mi poesía no sale por la puerta de todos:
sale por la rendija del mundo
por las alcantarillas del siglo
por las uñas de un criminal arrepentido
Vamos a la cama vamos a jugar a las tinieblas
Vamos a soñar con un perfil de lobo

Lector te entregaré mi espalda de dos fuegos:
un hombro mío soporta un alfiler
el otro hombro puso un anuncio en el periódico.

(Carlos Edmundo de Ory)

miércoles, 29 de febrero de 2012

"Por eso la poesía", de Enrique García-Máiquez

La novela lo malo es lo que exige:
requiere un adulterio, asesinatos,
viajes larguísimos, curiosas coincidencias,
y un sinfín de avatares.
Los cuentos son más cortos
pero tienden a hacer de sus protagonistas
insectos esquemáticos, clavarlos
con su alfiler a un corcho y colocarles
ingeniosas cartelas.
En cambio, la poesía lo da todo
sin pedir casi nada. Es increíble
lo poco que hace falta en un poema.
Que estemos juntos, por ejemplo,
en una tarde tonta, igual que tantas,
y que digas de pronto:
"Qué suerte estar contigo", y que yo piense:
"Oírtelo decir es un milagro".

(Enrique García-Máiquez)