el Padre de la gran Poesía - tan lleno de bondad.
Él fortificó mi juventud con ritmo admirado,
mi canto, en yunque de roble, ha forjado.
Resuena, alma mía, con la gloria de tu señor,
Hacedor del Saber Angelical - benévolo Hacedor.
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¡Tú eres el Maravilloso, el Escultor de santos tallados!
- Por mi camino hay muchos abedules y robles numerosos.
- Soy como un surco soleado, un campo sembrado,
como una arista joven y brusca de los Tatras rocosos.
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Adora al Señor, alma mía, por la corazonada sigilosa,
por la primavera que entona los sentimientos góticos,
por la juventud ardiente, la copa de alegrías gozosas,
por el otoño similar a rastrojos y brezos melancólicos.
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¡Adóralo por la poesía: por la alegría y el dolor!
- La alegría de dominar el azul y el oro, la eterna morada
- porque en palabras se encarne el gozo, el gran ardor,
- porque recoges esta madurez, esta cosecha segada.
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¡Libro Eslavo de Añoranzas! Al final sigue resonante,
como de coros de Resurrección, la primaveral música,
con el canto santo y virgen, con la poesía prosternante
y con el himno de humanidad - el Divino Magníficat.
(Karol Wojtyla)
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