La hermana Estefanía con su culo gigante.
La extraña sensación y el olor de la capilla,
en penumbra.
La vuelta de los lunes, con fatiga y con asco.
Las dos torres del Seminario, desde lejos.
La lluvia en los cristales.
La última luz muriendo en las plataneras.
Los partidos de fútbol.
La Cati, agachándose bruscamente mientras limpiaba.
Las bofetadas de don Domingo, "el Enano".
Don Alejo, viejísimo, enseñándonos francés.
Las galletas que birlaba del comedor de los curas
(y aquella sensación, a la espera del momento
oportuno para entrar).
Mi abuelo, un día que fue a verme.
Miguel, el portero, viejo y mariquita.
El llanto desconsolado, por las noches, de otros niños.
Todos de pie y en silencio, delante de las camas,
de madrugada, castigados.
El lunes que no volvió Julián. Yo, escondido en el patio,
casi llorando, sin poder comprender...
El beso de mi madre cuando iba a buscarme.
(Abel Feu)
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