"Y como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: `El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.`" (Jn 8, 7)
¡Y qué besos no buscan la boca prohibida!
¡Y qué pies no pisaron el fango!
¡Y qué viento no soliviantó un mar en calma!
¡Y qué gota de lluvia no acaricia la frente proscrita!
¡Y qué mansedumbre no fermenta el pecado!
¡Y qué sombra no lame la luz que enmascara!
¡Y qué corazón no remolca una pasión clandestina!
¡Y qué noche no vendió su alma al diablo
por yacer -a cuatro manos- en el tálamo del día!
(Jasonia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario