Si lo hubiera sabido, futbolista.
Un deportivo hortera y una rubia
todavía más hortera a la salida
de los entrenamientos. Un pendiente
en la orejita izquierda y el flequillo
tenaz que cae y cae sobre mis ojos
y yo aparto —¡qué tío!— con ese gesto
que hasta imitan los niños...
En fin, vida
vidorra, anuncios, goles, entrevistas,
vaya mansión, autógrafos y etcétera...
Lo juro: futbolista. No estos versos
ramplones y prosaicos. No estos años
cabrones. Ni las suposiciones. Ni esperar
a que nunca pase nada...
Y no
poeta, no, ¡no!, no poeta sobre todo,
cualquier cosa antes que este camelo
que mira a lo que lleva: a lamentarse mucho
de uno mismo, a exhibir trapos sucios,
a este strip-tease grotesco, qué vergüenza.
(Abel Feu)
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