muy pocos lo poseen, casi ninguno
en tanta cantidad y con tal fuerza.
Pero debes cuidarte de emplearlo
sólo con quienes de verdad merezcan
esa demostración de tu poder.
Eres capaz de transformar el aire
en alquitrán, de provocar el odio
a la vida y el ansia de la muerte,
sabes sembrar el vértigo y el daño
y crear el vacío donde pisas,
puedes secar los labios y los ojos,
desterrar la esperanza y los deseos,
matar la fe y hacer surgir desiertos
que el corazón entierran para siempre.
Conmigo has sido generoso, y largo
tiempo me has regalado los efectos
de tu implacable don. Ya es hora
de que vayas buscándote otra víctima.
En mi alma no cabe
ni media gota más de ese veneno.
(Amalia Bautista)